(Plymouth, Reino Unido, 6 de junio 1868 - Barrera de hielo de Ross, Antártida, c. 29
de marzo 1912) fue un oficial y explorador de laReal Armada británica que lideró dos expediciones a la Antártida:
la Expedición Discovery (1901-1904) y la Expedición Terra Nova (1910-1913). Durante su segunda
aventura Scott encabezó un grupo de cinco hombres que alcanzó el Polo Sur el 17 de enero de 1912, aunque sólo
para encontrarse con que habían sido precedidos por la expedición noruega de Roald Amundsen. En su viaje de vuelta,
Scott y sus cuatro camaradas perecieron por una combinación de agotamiento,
hambre y frío extremo.
Antes de su nombramiento
para liderar la Expedición Discovery, Scott había seguido una carrera
convencional en tiempo de paz como oficial de la armada de la Inglaterra
victoriana, donde las oportunidades de promoción profesional estaban limitadas
y, por tanto, muy buscadas por los oficiales ambiciosos. Fue la oportunidad
para obtener distinción personal lo que llevó a Scott a liderar la Discovery, más que ninguna otra
predilección por la exploración polar.1 Sin
embargo, tras dar este paso su nombre quedó indisociablemente unido a la
Antártida, el campo de trabajo al que dedicó los últimos doce años de su vida.
Tras conocerse la noticia
de su muerte, Scott se convirtió en un icónico héroe británico, un estatus que
mantuvo durante más de medio siglo y que quedó reflejado por los numerosos
memoriales levantados por todo su país. En las últimas décadas del siglo XX su
leyenda fue evaluada de nuevo y la atención se centró en las causas del
desastre que terminó con su vida y con la de sus camaradas, así como el grado
de culpabilidad del propio Scott. Así, el explorador pasó de leyenda a figura
controvertida, cuestionada en su competencia y carácter. En el siglo XXI su
figura ha sido considerada más positivamente, enfatizando su valentía personal y
estoicismo al tiempo que se reconocen sus errores y atribuyendo el fracaso de
su expedición principalmente a la mala fortuna.
Familia
Robert Falcon Scott nació el 6 de junio de
1868, tercero de seis hermanos e hijo mayor de John Edward y Hannah Scott, en
Stoke Damerel, cerca de Devonport y Plymouth, condado de Devon. Aunque su padre era productor de cerveza
y magistrado, había tradición naval y militar en su familia, pues el abuelo de
Scott y cuatro de sus tíos habían servido en el ejército o la armada.2 John Scott prosperó gracias a la
venta de una pequeña cervecería que
poseía en Plymouth y que había heredado de su padre.3 La infancia de Scott fue muy
confortable, pero años después, cuando Robert se estaba labrando una carrera en
la armada, la familia sufriría graves problemas económicos.
De acuerdo con la tradición familiar,
Robert y su hermano pequeño Archibald estaban predestinados a ingresar en las
fuerzas armadas. Robert permaneció cuatro años en la escuela local antes de ser
enviado a la Stubbington House School, en Hampshire, un colegio que preparaba a sus
estudiantes para los exámenes de ingreso en el buque escuela HMS Britannia en Dartmouth. A los 13 años Robert superó los
exámenes y dio comienzo a su carrera naval en 1881 como cadete.
Héroe popular
El Discovery regresó a
Gran Bretaña en septiembre de 1904. La expedición había cautivado la
imaginación pública y Scott se convirtió en un héroe popular. Fue galardonado
con numerosas medallas y honores, muchos de fuera de su país, y ascendió al
rango de capitán de navío. El rey Eduardo VII le
invitó al castillo de Balmoral, donde lo nombró Comendador de la Real Orden Victoriana.
Los siguientes años de Scott fueron muy
ajetreados, pues durante más de un año estuvo ocupado en recepciones públicas,
lecturas y la escritura del diario de la expedición, The Voyage of the
Discovery (El viaje del Discovery). En enero de 1906 retomó plenamente
su carrera naval, primero como asistente del Director de Inteligencia Naval en
el Almirantazgo y,
en agosto, como capitán de bandera del contralmirante Sir George Egerton a
bordo del HMS Victorious. Ahora se movía siempre en los más
altos círculos sociales, pues en un telegrama a Markham en febrero de 1907 se refiere
a sus encuentros con la Reina y con el heredero al trono de
Portugal, y en una carta a su casa le informa de comidas con el Comandante en
jefe de la Flota y con el príncipe Enrique de Prusia.
Matrimonio
Scott, quien gracias a la fama de su
expedición había ingresado en la Sociedad Eduardiana,
conoció por primera vez a Kathleen Bruce a comienzos de 1904 en una
comida privada. Ella era una escultora sociable y cosmopolita que había
estudiado con Auguste Rodin y cuyo círculo incluía a Isadora
Duncan, Pablo Picasso yAleister
Crowley. Su primer encuentro con Scott fue breve, pero cuando se volvieron a
ver más tarde ese año, la atracción mutua era evidente. Siguió un noviazgo
tormentoso, pues Scott no era su único pretendiente, sino que su principal
rival era el novelista Gilbert Cannan, y sus largas estancias en el mar no
ayudaban a la relación. Sin embargo, la persistencia de
Scott obtuvo sus frutos y el 2 de septiembre de 1908 contrajeron matrimonio en
la Capilla Real del palacio de Hampton Court. Su único hijo, Peter Markham Scott, nació el 14 de septiembre
de 1909.
Para entonces Scott ya había anunciado los
planes para su segunda expedición Antártica. Shackleton había regresado sin
poder alcanzar el Polo Sur, algo que le dio mayor ímpetu a Scott.50 El 29 de marzo de 1909 había sido
nombrado asistente naval del Segundo Lord del Mar en el Almirantazgo, con lo
que se estableció cómodamente en Londres. En diciembre quedó exento con medio
sueldo para tomar el mando a tiempo completo de la Expedición Antártica
británica de 1910, que sería conocida como Expedición Terra Nova por
el nombre de su barco, el Terra Nova
Última marcha
El desmoralizado grupo de exploradores comenzó el viaje de retorno de 1300
km el día 19 de enero de 1912. Al día siguiente Scott escribió «Me temo que el
viaje de regreso va a ser terriblemente agotador y monótono». Sin embargo,
el grupo hizo buenos progresos a pesar del mal tiempo y habían recorrido los
500 km de la etapa de la llanura Antártica para el 7 de febrero. En los días
siguientes el grupo afrontó el descenso de 160 km del glaciar Beardmore,
donde se deterioró mucho la condición física de Edgar Evans, circunstancia que
ya había advertido con preocupación Scott el 23 de enero. Una caída el 4
de febrero dejó a Evans «desmoralizado e incapaz», y el día 17, tras una
nueva caída, murió cerca del pie del glaciar.
Con 670 km todavía por desandar a través de
la barrera de hielo de Ross, las perspectivas del grupo empeoraron
mientras avanzaba hacia el norte con un tiempo cada vez peor,
congelación, ceguera de las nieves, hambre y agotamiento. El 16 de marzo Oates, cuya
condición se había deteriorado por el empeoramiento de una antigua herida de
guerra hasta el extremo de no poder caminar, salió voluntariamente de la
tienda de campaña y se alejó hasta morir congelado. Scott dejó escrito que sus
últimas palabras fueron «Voy a salir fuera y puede que por algún tiempo».
Después de caminar otros 30 km, los tres
miembros restantes del grupo montaron su último campamento el 19 de marzo, a
unos 19 km del depósito de suministros One Ton Depot, pero a 38 km de la
localización prevista originalmente para éste. Al día siguiente una fuerte
ventisca les impidió hacer ningún progreso, y en los siguientes nueve días,
con sus suministros agotándose, los dedos congelados, la luz escasa y las
tormentas azotando el exterior de la tienda, Scott escribió sus últimas
palabras, a pesar de haber renunciado a continuar su diario el 23 de marzo,
para concluir así: «Última entrada. Por el amor de Dios, cuida de nuestra
gente». Dejó cartas dirigidas a las madres de Bowers y Wilson, a varias
personas importantes como su antiguo comandante Sir George Egerton, a su propia
madre y a su esposa. También escribió su «Mensaje al público», esencialmente
una defensa de la organización y conducta de la expedición en la que atribuía
el fracaso del grupo al mal tiempo y otras desgracias, pero finalizando con una
inspiradora nota que dice:
Tomamos riesgos, lo sabíamos, las cosas han
ido en nuestra contra y por lo tanto no tenemos motivo de queja, sino sólo
someternos a la voluntad de la Providencia, determinados todavía a hacer lo
mejor hasta el final… Si hubiéramos vivido, debería haber contado la historia
de la audacia, resistencia y coraje de mis compañeros, que han llenado el
corazón de todos los ingleses. Estas ásperas notas y nuestros cadáveres deberán
contar la historia. Sin duda, un gran país como el nuestro verá que todos los
que dependen de nosotros están adecuadamente provistos.
Se presume que Scott murió el 29 de marzo
de 1912, un día después de escribir estas notas. Las posiciones de los cuerpos
en la tienda de campaña cuando fueron descubiertos ocho meses después sugieren
que Scott fue el último de los tres en fallecer.
Glorificación
Los cuerpos de Scott y sus compañeros
fueron descubiertos por un grupo de búsqueda el 12 de noviembre de 1912.
También se recuperaron sus escritos. Su último campamento se convirtió en su
tumba, pues se erigió un montículo de nieve sobre él coronado por una cruz
cristiana.81 En enero de 1913, antes de que
el Terra Novazarpara de vuelta, los carpinteros del barco
elaboraron una gran cruz de madera, sobre la que se inscribieron los nombres de
los fallecidos y una línea del poema Ulises deAlfred Tennyson: «Esforzarse, buscar, encontrar
y no ceder». La cruz se colocó como memorial permanente en lo alto de la
colina Observation Hill, sobre el campamento de
la península de Hut Point.
El mundo supo de la tragedia cuando
el Terra Nova llegó a Oamaru,
en Nueva Zelanda,
el 10 de febrero de 1913. Pocos días después Scott se convirtió en un
icónico héroe británico y el fervor patriótico del Reino Unido se
despertó: coincidiendo con el funeral memorial en la Catedral de Santiago de Londres el periódico London Evening News llamó
a que la historia se estudiara en todas las escuelas del país. Robert Baden-Powell,
fundador del Escultismo,
dijo: «¿Van cuesta abajo los británicos? Hay mucho coraje en el espíritu
británico después de todo. El capitán de navío Scott y el capitán Oates nos lo
han demostrado». Mary Steel, de once años,
escribió un poema que acababa así:
Aunque una simple cruz
Marca ahora la tumba de los héroes
¡Sus nombres vivirán siempre!
¡Oh Inglaterra, Tierra de Valientes!
Los supervivientes de la expedición fueron
extensamente honrados a su retorno, con medallas polares y ascensos para el
personal naval. En lugar del nombramiento de caballero que habría recibido su
marido si hubiera sobrevivido, a Kathleen Scott se le garantizó el rango y la
distinción de una viuda de un Caballero Comandante de la Orden del Baño. En
1922 ella se casó con Edward Hilton Young, que luego sería Lord Kennet y la
convertiría a ella en Lady Kennet, y fue una firme defensora de la reputación
de Robert Scott hasta su muerte, en 1947 a los 69 años.
Un artículo en The Times, que
informaba de los encendidos elogios de la prensa neoyorquina a Scott, afirmó
que tanto Amundsen como Shackleton estaban «[sorprendidos] por oír que ese
desastre pudiera superar a una expedición bien organizada».91 Al saber los detalles de la
muerte de Scott, se afirma que Amundsen dijo que «Renunciaría a cualquier honor
y dinero si así pudiera salvar a Scott de su terrible muerte». Scott sabía
expresarse mejor que Amundsen y su historia recorrió el mundo gracias a sus
escritos, mientras que la innegable victoria de Amundsen quedó reducida, a ojos
de muchos, a una estratagema antideportiva.93 Incluso antes de conocerse la
muerte de Scott, Amundsen se había ofendido por lo que sentía era un «brindis
burlón» del Presidente de la Royal Geographical Society, Lord Curzon, en un
encuentro que pretendía ser un homenaje al vencedor de la carrera por el polo.
Curzon había dicho «Tres hurras por los perros». Según el libro de Huntford,
este desliz hizo que Amundsen renunciara a su beca honoraria en la Society.
La respuesta a la petición final del
escrito de Scott, en nombre de los familiares de los fallecidos, fue enorme
para los estándares actuales. El Fondo Memorial Mansion House Scott cerró con
75.000 £ (unos
5,5 millones de libras actuales). Esta cantidad fue desigualmente
distribuida: la viuda de Scott, su hijo, madre y hermanas recibieron un total
de 18.000 £ (1,3 millones actuales), la viuda de Wilson 8.500 £ (600.000 £) y
la madre de Bowers 4.500 £ (330.000 £). La viuda, hijo y madre de Edgar Evans
recibieron en total 1.500 £ (109.000 £).
En los doce años siguientes al desastre se
erigieron más de treinta monumentos y memoriales sólo en el Reino Unido. Estos
fueron desde simples reliquias (la bandera del trineo de Scott en la catedral
de Exeter) a la fundación del Instituto de Investigación Polar Scott
en Cambridge. Se hicieron otros honores en el extranjero, incluida una
estatua creada por su viuda para su base neozelandesa en Christchurch.
Su última expedición fue objeto de una película filmada en
1948, Scott of the Antarctic (Scott en la Antártida),
donde él fue interpretado por John Mills como el típico y flemático
héroe británico. La base de los Estados Unidos en el Polo Sur,
fundada en 1957, se llamaBase Amundsen-Scott en memoria de los dos
exploradores pioneros. Un siglo de tormentas y nieve han cubierto el montículo
de hielo levantado sobre su último campamento, que está ahora encerrado en la
barrera de hielo de Ross.